El presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim, pidió a los
Gobiernos empeñados en corregir la creciente desigualdad que se esfuercen por
impulsar la "prosperidad compartida" y, especialmente, por mejorar la
vida del 40 % más pobre de la población de los países en desarrollo. "¿Cómo
vamos a resolver el problema de la desigualdad? En el Grupo Banco Mundial lo
atacamos valiéndonos de una frase que sugiere una solución: prosperidad
compartida”, afirmó Kim.
“En nuestro trabajo con los Gobiernos,
respaldamos los esfuerzos destinados a garantizar que todos se beneficien con
el crecimiento, no solo aquellos que ya controlan el capital o tienen acceso a
él”.
En
un discurso pronunciado en el United States Institute of Peace (Instituto de
los Estados Unidos para la Paz) antes de las Reuniones Anuales del Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que este año se celebran en Lima
(Perú), Kim señaló que la organización de la sociedad civil Oxfam describía
eficazmente una perspectiva de los desafíos de la desigualdad.
“El
año pasado, Oxfam planteó en su informe titulado Iguales un desafío inusualmente fuerte: en el
documento se afirma que las 85 personas más ricas del mundo controlan
tanta riqueza como el 50 % más pobre de la población mundial, o sea, más
de 3500 millones de personas”, expresó Kim. Al poner de relieve esta cruda
realidad, en la que una proporción tan grande de la población mundial
prácticamente no participa de la riqueza del mundo, Oxfam puso el dedo en la
llaga.”
Empero,
en lugar de centrar la atención en los ricos, Kim afirmó
que resultaría más eficaz corregir la desigualdad adaptando las políticas a la
situación de cada país para ayudar al 40 % más pobre de la población.
"Para
impulsar la prosperidad compartida hará falta una variedad de estrategias para
los países, puesto que el 40 % más pobre de la población no es igual en todos
ellos", señaló Kim. “Las políticas o intervenciones
deben ser adaptables y flexibles para ajustarse a esa diferencia. Un país de
ingreso bajo tal vez necesite aumentar la productividad agrícola. Un país de
ingreso mediano quizás se centre más en la urbanización. En un país donde la
mayoría de los niños no asiste a la escuela primaria, este es el primer
objetivo que debe alcanzarse y, después, el de la educación secundaria".
Kim describió los tres
componentes que el Banco Mundial considera que son más promisorios: "Para
que puedan alcanzarse los dos objetivos del Grupo Banco Mundial de poner fin a
la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida tienen que darse tres
cosas: es lo que denominamos crecer, invertir, asegurar. Hacer crecer la economía, invertir en las
personas, y asegurarlas para
que no corran el riesgo de retroceder”.
De
los tres elementos, Kim afirmó
que el crecimiento económico acompañado por el aumento de los salarios y la
creación de empleo ha sido el factor más útil para poner fin a la pobreza e
impulsar la prosperidad compartida durante los últimos 50 años.
Sin
embargo, Kim manifestó su
desacuerdo con los que creen que el crecimiento por sí solo es la panacea que
resolverá todos los problemas:
"Centrar
la atención en el crecimiento del producto interno bruto es simplista",
afirmó Kim. “Rechazamos los planteamientos de efecto de
"filtración" que dan por supuesto que el crecimiento indiferenciado
impregna y fortifica el suelo, con lo que todo comienza a florecer, incluso
para los pobres. Debemos encontrar un modelo de crecimiento económico que sea inclusivo, que permita a los ciudadanos más desfavorecidos salir
de la pobreza, más que mantener a los que están en la parte superior de la
escala en ese lugar”.
Pero,
preguntó Kim, “¿Qué podemos hacer en un momento como el que estamos
viviendo, con escaso crecimiento mundial?”
“Una
respuesta consiste en alentar a los países a hacer todo lo posible por impulsar
el crecimiento, lo cual a menudo significa implementar reformas tales como
suprimir los subsidios regresivos a los combustibles fósiles, mejorar el clima
para los negocios y hacer más eficiente y dirigir mejor el gasto público”, expresó.
Otro
paso importante consiste en que los países en desarrollo establezcan sistemas
más equitativos y más transparentes de recaudación de impuestos, afirmó Kim.
“Christine
Lagarde y yo prometimos hace unos meses que nuestras respectivas organizaciones
harían todo lo posible por ayudar a los países a recaudar más impuestos de
manera más justa. Son demasiados los países donde los ricos evitan pagar lo que
les corresponde. Algunas empresas aplican elaboradas estrategias para no pagar
impuestos en los países donde trabajan, y esto representa una forma de
corrupción que perjudica a los pobres”, expresó
Kim.
Cualesquiera
fueran el nivel o las perspectivas de crecimiento económico, Kim pidió a los
Gobiernos que siguieran invirtiendo en las personas y las aseguraran contra los
riesgos y los desastres que amenazan en la vida moderna, para que las crisis
cotidianas no ocasionen demasiadas perturbaciones.
“Es
así que hay muchas personas de todos los países, incluida la nación en que
vivimos, a las que tan solo una enfermedad o un accidente pueden arrojar a la
indigencia. Tener el objetivo de poner fin a la pobreza extrema sin pensar en
evitar que las personas vuelvan a caer en la pobreza no tiene sentido".
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