jueves, 31 de mayo de 2012

GESTIÓN INCLUSIVA DE LAS MICROFINANZAS PERUANAS

Por César Sánchez Martínez

El país pasa por un buen momento económico según las cifras macroeconómicas, aunque la realidad en algunos sectores revele lo contrario, especialmente en zonas altoandinas y comunidades étnicas, donde la pobreza se mantiene aún en niveles de subsistencia. Si bien es cierto que el nivel de pobreza se ha reducido al 30.8% al año 2010 y la extrema pobreza al 7.6%, aún hay sectores rurales donde las microfinanzas tienen un gran desafío.
En el rubro de las microfinanzas, el Perú es líder en América Latina. También es real  que este fenómeno está alcanzando altos niveles de crecimiento y se ha convertido en el principal indicador de la economía peruana. Aunque no tiene el respaldo gubernamental como debería ser, si lo tiene del sector privado que está asumiendo el reto de darle valor agregado al desarrollo del país.
La industria microfinanciera es la vedette de la economía emergente, muchos aún ignoran el rol social de las microfinanzas. La industria microfinanciera no sólo es financiamiento para la pequeña y micro empresa. Tiene que ver con los diversos tipos de tecnología crediticia, facilidad en el acceso al crédito, rapidez en el servicio al cliente, financiamiento de capital de trabajo, garantías, redes empresariales, asociatividad empresarial, adecuados controles internos y administración de riesgos empresariales.
También está vinculada con la evaluación, capacidad y voluntad de pago, así como el seguimiento y control de la morosidad y de los créditos mismos. Pero todo ello carecería de importancia, si los microcréditos no están contribuyendo con la erradicación de la pobreza y la generación de mayores empleos.
La experiencia de las cajas municipales de ahorro y crédito, cajas rurales,  cooperativas de ahorro y crédito, financieras, Edpyme y diversas organizaciones no gubernamentales es vital para entender a ciencia cabal qué es la industria microfinanciera y cómo se articula con el desarrollo del país.
Si sólo tomamos como ejemplo, la experiencia de las cajas municipales, observaremos la importancia que tienen en el desarrollo de miles de empresas. La existencia de las cajas ha sido muy positiva en la promoción y desarrollo del empresariado vinculado a la micro y pequeña empresa en sus inicios, pero en la mediana empresa en la actualidad.
No debemos olvidar que las cajas municipales están vinculadas a la historia del empresariado emergente peruano. Son las CMAC las que formalmente otorgan el microcrédito a emprendedores que no tenían acceso al financiamiento formal. También, gracias al esfuerzo y asesoramiento de las cajas, estos emprendimientos se convirtieron con el tiempo en pequeños y medianos negocios, algunos de los cuales han pasado las fronteras como empresas transnacionales.
Por esas razones, mientras en grandes foros empresariales y académicos se trata de entender el rol de la inclusión social, en el ámbito de la industria microfinanciera, este concepto ya ha sido desarrollado en varias de sus facetas.
Con las microfinanzas, en el hogar donde había pobreza ahora hay un negocio. Donde se generaba la pérdida de trabajo como resultado de la privatización, ahora hay empleos sostenibles. Donde había informalidad y hasta contrabando, ahora existe una empresa formal que paga tributos e impuestos. Donde había un micronegocio en esteras, ahora hay un negocio de material noble. Donde los jóvenes no tenían oportunidades de estudios, ahora hay títulos y diplomas de educación superior. Donde había enfermedades, ahora existe gente con ganas de vivir para sacar adelante el negocio.
Basta darse una vuelta por los complejos empresariales de Gamarra, Parque Industrial de Villa El Salvador, Mesa Redonda, Barrio Chino, Polvos Azules, Mercado Ciudad de Dios, Mercado de Magdalena, Zona industrial de Infantas, Lima Norte, Negocios de la Carretera Central en Ate Vitarte, El Porvenir en Trujillo, mercados de artesanos en Cusco, Ayacucho y Arequipa, zona comercial de Chiclayo, Trujillo y Piura, mercados de Huancayo, negocios Unicachi de Puno, entre otros, para convencerse que la inclusión social en su etapa inicial ya se inició en el Perú, y no con el financiamiento de la banca comercial, sino con las cajas municipales, cooperativas de ahorro y crédito y otras entidades microfinancieras.

¿FINANZAS POPULARES O MICROFINANZAS?

El autor
Por César Sánchez Martínez

En los últimos años, la industria microfinanciera peruana ha sufrido serios cambios que ha permitido que los directorios y gerencias asuman nuevos roles ante un mundo cada vez más globalizado, pero contradictoriamente menos inclusivo.
Las instituciones microfinancieras (IMF), especialmente las cajas municipales, cooperativas de ahorro y crédito, y organizaciones no gubernamentales (ONG), desde hace más de 30 años, vienen incursionando con éxito en el ámbito de las microfinanzas, pero con mayor presencia en las zonas urbanas y urbano-marginales.
Por ejemplo, la obra pionera de la Caja Piura, el trabajo inicial de la Cooperativa Educoop, el esfuerzo del IDESI (Instituto de Desarrollo del Sector Informal) o el programa de Economía Solidaria de World Vision (Visión Mundial, Institución cristiana evangélica) o de ADRA OFASA (Iglesia Adventista), éstos dos últimos mediante los ahora denominados “bancos comunales”, han quedado para las memorias y anécdotas.
La constitución de la Federación Peruana de Cajas Municipales de Ahorro y Crédito (FEPCMAC) y luego de la ASOMIF (Asociación de instituciones de Microfinanzas del Perú)  y el consorcio  de ONG, PROMUC (Promoción de la Mujer y la Comunidad) han contribuido significativamente para la inclusión social y financiera de miles de informales emprendedores que nacieron en las décadas del 60 y 70, años de inicio de las crisis económicas en el Perú y como consecuencia de la funesta administración del mal llamado “gobierno de las Fuerzas Armadas o gobierno revolucionario” que lideró el Gral. EP Juan Velasco Alvarado.
Resultado de ese desborde popular como lo escribiese José Matos Mar o en la jerga de Hernando de Soto en “El otro sendero” o “Misterio del capital”, las microfinanzas peruanas ya cumplieron un ciclo. Tienen algo más de 30 años y su aporte al desarrollo social peruano nadie lo puede poner en duda.
Han contribuido con la reducción de la pobreza; han generado nuevos y mayores puestos de trabajo; han ayudado a la formalización de miles de negocios; han contribuido al fisco con sus impuestos y el de sus clientes; han acompañado al crecimiento de cientos de empresas hasta las puertas de los bancos; han enseñado y  capacitado mediante la educación financiera a miles de empresarios; han formado profesionales especializados en microfinanzas, de tal manera que muchos de ellos trabajan en bancos y en el extranjero; han preparado a los empresarios de las PYME y MYPE para que los bancos comerciales puedan ingresar a ese sector que antes no les era atractivo; Han desarrollado diversas tecnologías crediticias inclusivas; en fin, la lista es larga y los beneficios para el crecimiento de la economía también.
Por algo, las microfinanzas peruanas son líderes en el mundo y gozan de un buen prestigio y excelente reputación. Hasta el Premio Nobel, Mohamed Yunus, conocido como el “Padre de las microfinanzas” por su trabajo en Bangladesh, se admiró y valoró el trabajo de las IMF peruanas.
Pero ahora, el proceso de globalización exige cambios profundos en los modelos. Más que de microfinanzas, las propias IMF peruanas han desarrollado un modelo muy a la peruana de finanzas populares y solidarias. Se trata de un nuevo modelo de desarrollo que los propios protagonistas de las microfinanzas anhelan y buscan.
Este nuevo modelo de “finanzas” ha demandado un también nuevo enfoque para la inclusión financiera. Es decir, ya no se trata del simple microcrédito (razón de ser de las IMF), sino de las finanzas populares y solidarias que tiene su propia tecnología crediticia, estrategia, planes y dinámica.