sábado, 7 de noviembre de 2015

EL MOVIMIENTO COOPERATIVO PERUANO Y EL CRISTIANISMO

Por JANET MOGOLLÓN
El próximo 14 de diciembre de 2015, el cooperativismo como expresión legal, cumplirá en Perú sus primeros 51 años, recordando la dación de la primera Ley de Cooperativas, constituyéndose en la actualidad, en un modelo alternativo de desarrollo social, desde la perspectiva de las finanzas populares y economía solidaria. Pero en realidad, el cooperativismo tiene sus raíces un siglo antes. La propia Federación Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito del Perú (FENACREP) fue fundada en 1959, e incluso hay cooperativas que tienen más de seis décadas. Si somos más rigurosos, la práctica cooperativa nace en el incanato. Es decir, el cooperativismo tiene historia, vaya que es una rica historia, aún por contarla y vivirla.

Si bien es cierto que cada año se celebra el Día del Cooperativismo Peruano, en recuerdo a la primera Ley de Cooperativas № 15260 que se promulgó mediante el Decreto Supremo № 023 el 14 de diciembre de 1964, cuando era presidente del país, el Arq. Fernando Belaunde Terry.  Esta norma legal reconoció al cooperativismo como un sistema eficaz para contribuir al desarrollo económico, al fortalecimiento de la democracia y a la realización de la justicia social.
Demás está escribir que el movimiento cooperativo es una columna de desarrollo económico en el mundo. Está demostrado, con resultados contables y financieros, que el cooperativismo es un modelo de economía solidaria al servicio de sus socios, que traducido en otras naciones, al servicio de los pueblos. Canadá, España, Alemania, Ecuador, Uruguay, Argentina, Chile, Costa Rica y Colombia, República Dominicana, tienen ejemplos muy loables para imitar. En Perú, algunas cooperativas son accionistas de Edpyme y financieras.
El modelo cooperativo es tan importante en el mundo que hace tres años, la Organización de las Naciones Unidas declaró el “Año Internacional de las Cooperativas” y en la actualidad se está viviendo la “Década de las Cooperativas”.
Incluso, hasta bíblicamente encontramos en las Sagradas Escrituras, la práctica cooperativa cuando en la naciente iglesia, “todos tenían las cosas en común” y “todos trabajaban para el bien común”. Es interesante que en la historia cristiana, el cooperativismo ha jugado un rol importante. En el mundo, no solamente la Iglesia Católica ha patrocinado al cooperativismo, sino en los Estados Unidos y Alemania, la Iglesia Bautista y otras confesiones evangélicas y protestantes, conviven con el modelo cooperativista, que es un modelo bíblico neotestamentario y democrático.   
En la actualidad, las cooperativas están consideradas como parte de la economía social y solidaria, y por lo tanto aportan mucho a la sociedad. Veamos algunos aportes:
  • Generan nuevos y mayores empleos.
  • Contribuyen al fisco con los tributos de las organizaciones.
  • Entrenan y capacitan la mano de obra calificada.
  • Fomentan una nueva educación, acorde al modelo solidario.
  • Ayudan a la formalización de los emprendedores.
  • Proveen servicios básicos de salud y educación.
  • Contribuyen con el desarrollo económico y social.
  • Ayudan a bajar los niveles de la pobreza y pobreza extrema.
  • Aportan mejores niveles de vida para sus asociados.
  • Contribuyen con la expansión de la educación financiera.
  • Fomentan valores y principios éticos.
  • Incentivan la visión de futuro y el trabajo en equipo. 

Por esa razón, desde el FINANPOS incentivamos los mismos valores del cooperativismo: Ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad.

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